Comunidad Newenkura
Comunidad Kaxi Payiñ
Comunidad Campo Maripe
Comunidad Wirkalew
Comunidad Motoco Cárdenas
Comunidad Cahsun
Comunidad Pulgar
Comunidad Pu Lof en resistencia de Cushamen
Familia Calfullanca
Comunidad Prane
Comunidad Pillan Mahuiza
Somos un grupo de comunicadoras y comunicadores que busca compartir experiencias, pensares, sentires y testimonios, sobre otras formas de vivir en esta Tierra que habitamos. Nos inspira la esperanza de poder contribuir, desde nuestros saberes y oficios, la necesidad de contar realidades que cuestionen y muestren lo que desde los centros del poder político-económico buscan borrar.
Nuestro presente se encuentra en una encrucijada: vivimos en un sistema que destruye lo primordial de nuestras vidas. La atmósfera se contamina, el agua se envenena y el suelo se hace desierto. Así, en nombre del “progreso”, el modelo extractivista propulsado por los grandes poderes, ha arrastrado a las sociedades a vivir sin contemplar el valor de los derechos sociales, el respeto por la diversidad cultural y el cuidado del medio ambiente.
La mercantilización de la naturaleza, que subyace bajo este sistema, no sólo atenta contra las especies y ecosistemas “naturales”, sino que destruye territorios en los que se despliegan vínculos sociales, culturas, espacios de vida y salud. Se multiplican a nuestro alrededor, sitios de sacrificios, para la extracción de “recursos”, que dispersan venenos y que transforman a los bosques y selvas en sitios de muerte. Al mismo tiempo, el crecimiento demográfico de las ciudades, expulsa a comunidades rurales, generando así más hacinamiento, pobreza y desigualdad.
En este escenario resulta necesario repensar cómo es el mundo que queremos habitar. Para ello, nos acercamos al Pueblo Mapuche, encontrando diversas voces en un territorio desigual y antagónico, pero que sin embargo, con sus resistencias, sus ceremonias, sus memorias familiares y su lengua, respetan sus verdades. Encuentran otras identidades, lazos sociales y vínculos con lo vivo, escapando a lógicas destructivas y alienantes.
Por todo eso y desde la escucha de sus memorias, nos urge conocer y comprender las escenas de barbarie que estuvieron desde siempre en el corazón del Estado y que se reproducen aún hoy para imponerles políticas de relocalización y prácticas de poder dirigidas a desaparecer su cosmovisión, atentando contra su cotidiano.
Esta democracia engañosa -que excluye a más de mil quinientas comunidades que habitan en Argentina- nos obliga a pensar diversas formas de habitar el territorio, y nos convence del antagonismo entre el proyecto colonizador y las memorias y resistencias del Pueblo Mapuche. Es necesario volver a encontrarnos, es ineludible volver a creer en los signos que nos da la naturaleza, para al fin, respetarnos. Porque de ella partimos, y sin ella no somos nada.
Santiago Maldonado desapareció el 1 de agosto de 2017, tras la violenta represión de gendarmería a la Comunidad Mapuche Pu Lof en resistencia de Cushamen, Chubut. Estuvo desaparecido 78 días. Su cuerpo sin vida fue encontrado el 17 de octubre en el río Chubut, 400 metros río arriba de donde fue visto por última vez. Al día de la fecha la carátula es desaparición forzada.
Rafael Nahuel fue asesinado el 25 de noviembre de 2017 durante la represión llevada a cabo por el grupo albatros de la Prefectura Naval Argentina contra la Comunidad Mapuche Lafken Winkul Mapu, Villa Mascardi, Río Negro. Una bala de 9 mm mató a Rafael por la espalda. A seis meses del asesinato, el prefecto que disparó aun no fue indagado.
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Nuestros compatriotas, los pueblos originarios, tienen una cultura milenaria. Buenos Aires 1803. Esa increíble asamblea de patriotas que va a declarar la libertad de vientres, la libertad de los esclavos. Pero desgraciadamente gobernantes argentinos como Rivadavia van a empezar el exterminio de los Ranqueles con el Coronel Rauch. Y Rosas va hacer su Campaña del Desierto.
Hasta que se va a culminar todo esto con el crimen más tremendo de nuestra historia que fue la denominada Campaña del Desierto, con el exterminio de los pueblos originarios y el robo de las tierras que ellos poblaban.
Y esos indios y sus mujeres y sus niños fueron esclavizados. Los hombres como peones a la zafra en Tucumán o a construir fortificaciones en Martín García. Las mujeres como sirvientas. Y los niños, separados de sus madres, como mandaderos.
En la Argentina el 73,1% de la población tiene sangre de los pueblos originarios. Esto es irrebatible. En gran parte a través del criollo, el mestizo. Desde el siglo XVIII los españoles fueron avanzando en las llanuras de la tierra de los Ranqueles. En estos establecimientos trabajaban europeos pero por supuesto también los esclavos africanos y los pueblos originarios. La frontera natural, digamos, era el río salado.
Castelli escribe el documento de Tiahuanaco en el que señalaba que la revolución de mayo también se ha hecho para los pueblos originarios y que con ellos tenemos que trabajar, aprender de su cultura, repartir lo que nosotros traemos de la sabiduría europea en cuanto a siencias y conectarnos con la cultura y el amor por el naturaleza de esos pueblos.
Pero la tentación de apoderarse de la tierra de los pueblos originarios fue muy fuerte.
Antes del exterminio de indígenas por el General Julio Argentino Roca tuvieron lugar otras campañas militares. Las más importantes fueron las del coronel prusiano Federico Rauch en 1816 y 1827 contratado por Rivadavia para exterminar a los indios Ranqueles.
Para detener a los pueblos originarios que avanzaban para llevarse alimentos se ideo la denominada zanja de Alsina. Era una zanja, un enorme pozo, que hizo desde Bahía Blanca hasta Italoga durante 374 km al sur de Cordoba .
Y porque lo hacia… para que, sì, los pueblos originarios cuando llegaban a caballo podían pasar la zanja, entrar, pero no podían llevarse las vacas de los denominados blancos. No podían llevarse las vacas porque las vacas no podían saltar esa zanja. Bien, esto fue un proyecto que trato de llevarse a cabo pero no se termino.
Pero si bien estas misiones militares tenían como objetivo dominar a los indígenas y conquistar sus tierras, las mismas no fueron realizadas con la crueldad del sucesor de Alsina en el ministerio de Guerra de Avellaneda, el general Julio Argentino Roca. La llamada campaña del desierto fue un conjunto de acciones militares planificada y ejecutada por el gobierno nacional contra los pueblos Mapuches, Tehuelches y Ranqueles para quitarles sus tierras. Roca, en contraste con Alsina, planifico extinguir a los aborígenes. para llevar a cabo este plan el 4 de octubre de 1878 fue sancionada la ley número 947 que destinó 1 millón 700.000 pesos para llevar la frontera a los ríos Negro, Neuquen y Adrio.
La ley Avellaneda, que es la ley que se financia con un bono que suscriben principalmente los integrantes de la sociedad rural Argentina, entre ellos José Martínez De Hoz, uno de los hombres más ricos del país, que compra él solo 2.500.000 ha a precio vil y otros 30 propietarios que compran más de 100.000 ha. En total toda la Patagonia, donde entran varios países de Europa, está en manos de unos 600 propietarios latifundistas.
Fue una campaña feroz de aniquilamiento además viciada de corrupción como bien denuncia un integrante de ese ejercito, el comandante de frontera Alvaro Barros, que denuncia a toda la familia Roca y denuncia muy puntualmente como el ejército nacional factura cinco veces el costo real del mantenimiento de los soldados y pone como ejemplo el costo del soldado prusiano, el mejor soldado de Europa, el mejor pago, el mejor armado, que era cinco veces menor al que costaba un soldado de frontera en Argentina. Teniendo en cuenta que, como cuenta Jose Hernando en el Martín Fierro, esta gente estaba semidesnuda, mal armada, mal alimentada, nunca le pagaban. Ese dinero era robado absolutamente por la comandancia militar de la campaña del desierto. Lo que es importante decir que antes del genocidio hubo corrupción como también paso durante la dictadura del 76-83.
El diario la nación, los días 16 y 17 de noviembre de 1878, dedicó la primera plana y un buen espacio dentro de sus páginas a un hecho que se había denunciado como de impunidad y de salvajismo. Se trata del fusilamiento de 62 Ranqueles, así les llama el diario, desarmados, que habían sido metidos con engaño dentro de un corral y fusilados.
No hay cifras precisas de lo que fue la matanza. Las cifras son bastante imprecisas pero se puede hablar entre 10.000 y 14.000 la cifra de muertos en el total de la campaña del desierto más unos 14.000 prisioneros que fueron llevados caminando hasta los puertos atlánticos y de ahí a la isla Martin Garcia y de ahí al hotel de inmigrantes, donde fueron repartidos los niños y las chinas. Como decían los avisos, las crías entre familias pudientes como criados o como mucamas o cocineras las mujeres, como si se tratara de animales domésticos. Esto llevado delante por las damas de beneficencia, las mujeres de la alta sociedad de los maridos de maledicencia.
Pero cuál fue la principal razón para tanta crueldad. El botín. Querían las tierras en las cuales desde siglos habitaban los indígenas.
El gobierno publicó un informe elaborado por la auto denominada comisión científica que acompañó a roca en el exterminio. Allì no dan vueltas acerca del objetivo que los militares tenían en mente. Se trataba de conquistar un aria de 15.000 leguas cuadrados ocupada cuanto menos por unas 15.000 almas pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña.
Los esfuerzos que habría que hacer para transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y progreso no están fuera de proporción con las aspiraciones de una raza joven y emprendedora. Por otra parte, que la superioridad intelectual, la actividad y la ilustración que ensanchan los orizontes del porvenir y hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas. Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado estas a la raza estéril que las ocupaba.
A confesión de parte, relevo de pruebas. Y así fueron algunos de los principales terratenientes, de los más ricos, quienes se quedaron con las tierras ancestrales de los pobladores originarios.
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