Comunidad Motoco Cárdenas, Liliana Cárdenas y su esposo Roli, Lago Puelo, Chubut, Septiembre 2017.

Comunidad Motoco Cárdenas, Liliana Cárdenas y su esposo Roli, Lago Puelo, Chubut, Septiembre 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Fernando y Liliana Cárdenas, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Alfredo Cárdenas, asesinado en 1995, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Fernando Cárdenas, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Roli,  Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017.
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COMUNIDAD MOTOCO CARDENAS

Detrás de las bondades paisajísticas y los paseos turísticos que presenta Lago Pueblo, al noroeste de Chubut, subyacen centenarias historias de lucha y recuperación de territorios pertenecientes a pueblos aborígenes. Una de las más emblemáticas es la que ha protagonizado la familia mapuche Motoco Cárdenas, que habita la localidad desde antes de que sea conocida como tal.
El origen de esta comunidad ancestral data del 1884. Ese año Pedro “Motoco” Cárdenas, oriundo de Río Bueno, llegó acompañado por Pesayen y Cayún, dos indígenas que arreaban ganado desde la cordillera, y se convirtió en el primer poblador de ese sector de la comarca. Como se trataba de un lugar virgen, decidió bautizarlo “Valle Nuevo” y se encargó de plantar árboles frutales y los primeros plátanos de la región frente al actual río Azul, así como también inaugurar algunas casas de madera sobre las laderas en las que hoy viven sus descendientes.
Años más tarde, arribaría Francisco Cárdenas, uno de los hijos que “Motoco” tuvo con Juana Santander, primogénita del cacique Ñangucheo, durante su cautiverio en la tribu de Sahiueque. Para mantener el legado que su padre había iniciado, Francisco formaría allí una familia, se trasformaría en lonko –como se denomina a los líderes mapuches– y profundizaría la organización social del territorio con sus posteriores hijos y nietos.
Aunque de alguna manera los Cárdenas lograron sortear a la sangrienta Conquista del Desierto, no pudieron librarse de sus consecuencias posteriores. Desde finales del siglo XX y principios del XXI la Patagonia pasó a ser un lugar más que hostil para la defensa de la identidad étnica, por lo que en muchas ocasiones, de acuerdo a los diversos intereses locales y a la coyuntura histórica que se fueron sucediendo con el tiempo, debieron pasar a la clandestinidad para poder garantizar su propia sobrevivencia.
Al igual que ocurre con prácticamente todas las comunidades mapuches, la defensa del territorio en ese sentido resultó un asunto traumático. Los Cárdenas recibieron intimidaciones de todo tipo para que abandonen sus tierras, codiciadas por políticos y terratenientes. Uno de los puntos de mayor tensión se produjo hace casi cuatro décadas atrás, coincidiendo con un proceso de recambio en el seno de la comunidad. Luego de que el lonko Francisco decidiera radicarse en Chile, las propiedades de la familia pasaron a estar a cargo de su hijo Don Alfredo Cárdenas y su esposa Doña Corina Hermosilla, quienes por años sufrieron presiones por parte de los gobiernos locales, que querían tomar las tierras para hacer una insólita reserva natural “en honor a la comunidad”, y también amenazas e intimidaciones de propietarios vecinos que organizaban cabalgatas y excusiones sin permiso. Un día, durante 1993, Corina apareció muerta con más de 30 puñaladas en su casa, y dos años después, Alfredo fue encontrado ahogado en el río con un golpe en la cabeza. Sin culpables, las causas quedaron inconclusas y la impunidad una vez más dijo presente.
A partir de ese momento, sin sus principales referentes, con un título de propiedad que nunca se les otorgó y sus tierras a punto de ser rematadas, los Cárdenas emprendieron una dura batalla para reorganizarse. Liderados por Humberto y Leandro, hermanos de Alfredo, y apoyados fuertemente por las comunidades mapuches de la región, iniciaron numerosos reclamos y afrontaron varias instancias judiciales. De esa manera, fue que obtuvieron el reconocimiento del INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) como pueblo originario y la personería jurídica 087/04 en el 2004.
Aunque este hecho representó un alivio ante tanta injusticia permanente, para los Cárdenas aún queda mucho camino por recorrer. La búsqueda por lograr que sus familiares asesinados descansen en paz, obtener el título propietario y dejar de ser acosados por sus tierras sigue bien presente. En la actualidad, esta comunidad mapuche se encuentra integrada por más de 10 familias que transitan por la quinta generación. Al igual que siempre, viven fundamentalmente de sus huertas y de la crianza de animales. También venden panes caseros, tartas y dulces de fruta regional. Guiados por su cosmovisión, saben que representan la continuidad de la historia de un lugar que comenzó con la llegada de “Motoco”, su más antiguo ancestro, cuya primera casa de madera aún se encuentra en pie frente al cerro que lleva su nombre.

Comunidad Motoco Cárdenas, Liliana Cárdenas y su esposo Roli, Lago Puelo, Chubut, Septiembre 2017.

Comunidad Motoco Cárdenas, Liliana Cárdenas y su esposo Roli, Lago Puelo, Chubut, Septiembre 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Fernando y Liliana Cárdenas, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Alfredo Cárdenas, asesinado en 1995, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Fernando Cárdenas, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Roli,  Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017. Comunidad Motoco Cárdenas, Lago Puelo, Chubut, Septiembre de 2017.
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